Asumiendo que el apego es un instinto humano básico que nos ayuda a conectarnos con los demás, es entendible porque las personas son más felices cuando se relacionan.
Ese instinto se fundamenta en una interacción recíproca, y cuyo objetivo más inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza ya que esto proporciona seguridad, consuelo y protección..
Ahora bien el destacar que cada relación de apego tiene sus características específicas, dado que algunos factores como la edad o la interacción tienen mucha influencia. Estas relaciones son muy amplias (niño-adulto, adulto-adulto) pero las funciones más importantes que ofrece una figura de apego son las de:
- Darle seguridad, autoestima y la posibilidad de intimar a la otra persona.
- Ofrecerle el tener una comunicación emocional privilegiada.
- Poder refugiarse en situaciones de angustia o confusión para sentirse seguro.
Habría que preguntarse entonces ¿de donde proviene tu tipo de apego?
Los factores a los cuales se les atribuye el apego serian:
La educación recibida, esto conlleva aceptar que el apego hacia la pareja proviene de los cuidados que se habían recibido en la infancia:
- Si la forma de relacionarse con la madre y padre era desde la sensibilidad, accesibilidad y atención, la persona desarrollaría un estilo de apego seguro
- Si en cambio la atención era errática, el individuo tendería a la categoría ansiosa
- Si eran distantes, rígidos y desapegados, la persona crecería para convertirse en un adulto evasivo.
Según John Bowlby (primer psicólogo en desarrollar una “Teoría del apego) expuso que la evolución nos ha programado para elegir a un individuo en particular de nuestro entorno y convertirlo en alguien valioso para nosotros. Estamos hechos para depender de una figura significativa. Esta necesidad comienza cuando estamos en el útero y termina cuando morimos
Contar con alguien que nos cuide nos da más posibilidades de sobrevivir.
Bowlby planteó que, a lo largo de la evolución, la selección natural favorecía a las personas que creaban vínculos de apego porque estos les proporcionaban una ventaja en la competición por la supervivencia. En épocas prehistóricas, los individuos que solo confiaban en sí mismos y carecían de compañeros que los protegieran tenían más probabilidades de acabar convertidos en presas. En cambio, con relativa frecuencia, aquellos que contaban con alguien que cuidaba de ellos sobrevivían el tiempo suficiente para transmitir a su descendencia la importancia de crear lazos estrechos.
Estamos hechos para depender de una figura significativa. Esta necesidad no acaba con la infancia.
Desde el punto de vista emocional, el apego surge cuando se está seguro de que la otra persona estará ahí incondicionalmente, he aquí la disyuntiva si no se puede asegurar que siempre podré contar con esa pareja, se requiere entonces de un enfoque distinto para poder recobrar el equilibrio emocional.
Surge entonces la opción de aprender a vivir de forma independiente, es decir asumir la responsabilidad de los pensamientos y sentimientos que surgen al creer que para poder ser feliz dependo de otra persona. Dado que la felicidad es una elección de vida, entonces al elegir estar en pareja estarías consciente que vas a compartir tu felicidad con el otro, es así la forma como se puede relacionarte sin tener que esperar que el otro te haga sentir de una determinada manera, puesto que te has soltado el apego desde la dependencia emocional.
Si te encuentras viviendo desde la dependencia emocional, sintiendo que no eres capaz de ser feliz sin depender de nadie, te invito a reservar una sesión de coaching Sistémico y así puedas generar un cambio.
Yuraima Suárez: Coach sistémica y Mentora del método inspírate en ti.