¿Te has reconocido alguna vez actuando la toxicidad contigo? ¿O eres de la que piensa que el tóxico es el otro?
Es mucho más fácil mirar la paja en el ojo ajeno y obviar la viga que está en el tuyo
Haz el ejercicio de preguntarte ¿por qué si el otro es el tóxico te sientes mal tú?
Es simple: al no reconocerlo en ti entras en juicios, la culpa y el victimismo.
¿Qué es la toxicidad?
Es una forma de agresividad que consiste en atacar a los demás acusándolos de ser los causantes de tu sufrimiento.
Todos hemos usado el victimismo en algún momento de nuestras vidas. Es una estrategia cómoda y sencilla de gestión de conflictos, en la que no nos hacemos cargo de lo que nos sucede y preferimos poner tanto el origen como el poder para resolverlo fuera de nosotros.
Es una forma de autoagresión en la que nos restamos poder, nos mostramos vulnerables, pequeños y poco capaces con el objetivo de generar sensaciones de culpa y dolor en los demás.
¿En qué situaciones que sigues sin resolver, aún utilizas este recurso?
Si asumes que el otro es tu espejo, entonces ya no hay razón para justificarte, sino para ocuparte en reconocer en qué aspecto de tu vida estás siendo tóxica y tu pareja te lo refleja.
Es un trabajo de consciencia que requiere humildad, canalizando el ego para poder cambiar esas maneras de ser que te llevan por la calle de la amargura.
Tener en cuenta que lo toxico no es malo, sino que es la herramienta que la vida te regala para aprender a respetarte y transcender tu propia toxicidad.
Realmente la toxicidad no se encuentra en ninguna persona, sino en nuestra forma de relacionarnos.
La toxicidad de cualquier veneno no es su naturaleza, sino su efecto en nuestro cuerpo cuando entramos en contacto con él.
Con las personas sucede lo mismo, cada relación tóxica es un aprendizaje potencial acerca de lo que necesitamos incorporar para desarrollar nuestra coherencia y respeto por nosotros mismos.
El trabajo comienza entonces en prestarle atención a observar tu sistema de creencias, allí están fijadas esas maneras de relacionarte desde lo toxico, por lo que permitirte cuestionarlas, te dará la oportunidad de “ser”, permitiéndole a los demás que «sean», recuperando así la libertad.
Bregar por nuestros derechos y nuestra libertad es una responsabilidad inherente a cada ser humano, pero debemos comenzar con nosotros mismos, liberándonos de nuestros juicios, creencias y condicionamientos.
¿Qué decides?